¡Qué pena, mi niño, qué pena!
Qué pena me da el ver esos ojos,
profundos, brillantes, sinceros.
Pena me da al oír tu voz,
al sentir tu perfume,
al ver tu sonrisa.
Pena me da el pensar que estoy en tus brazos,
que duermo en tu pecho, que peino tu cabello.
Pena me da el pensarte, el recordarte,
el imaginarte...
Pena tengo, y no te miento, al hablarle de vos a la luna,
que en silencio escucha atenta mis lamentos.
Pues es pena y solo pena lo que siento,
puesto que, sólo en mis sueños,
de tu corazón yo soy el dueño.
jueves, 22 de marzo de 2018
Lamento
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