La vida de secundaria pasa rápido y nos prepara para una
nueva etapa: La educación superior. Muchos son los que se dedican a trabajos
que no exigen más que el título de secundario aprobado. Sin embargo, debido al
avance de las tecnologías, a la globalización y al aumento poblacional, las
empresas tienden a aumentar la exigencia en cuanto a la calidad humana, en
otras palabras: El mejor prima en importancia.
Debido a esto, decidí estudiar una carrera de grado, el
problema es que es en otra ciudad, por lo que tuve que viajar toda una semana
para poder ver lugares donde alojarme y de paso rendir los exámenes de ingreso
(que, por cierto, los aprobé con muy buenas notas). Fui acompañado de mi madre
debido a que debía firmar unos papeles de inscripción a la facultad.
En esa semana me di cuenta que dentro de unos meses estaría
virtualmente solo: ningún conocido, ningún familiar. Tendría que concentrarme
en el estudio, ser autosuficiente (lo cual soy desde los 12 años), manejarme
por mi mismo, asumir todas las responsabilidades. Lo bueno: podía ser yo mismo
sin la necesidad de estar al pendiente de la opinión de mis padres. Podría
salir a bares gay, conocer chicos, etc.
Esperando en la terminal al colectivo que me llevaría a
casa, me di cuenta que era una ciudad universitaria que abundaba en chicos muy
apuestos, por lo que podría disfrutar de la vista casi todos los días. Sentado
a mi lado estaba un hombre de unos 60 años, aparentando dormir y con una
botella de vodka o tequila a un costado.
Mi colectivo llegó y vi que tenía los zapatos blancos.
Estaba borracho y una gran parte de su cuerpo estaba cayéndose de la silla de
forma estruendosa. ¿Lo veré en algún otro momento? ¿Tendrá los mismos zapatos?
¿Cómo lo reconoceré si no tiene esos singulares zapatos?
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