lunes, 15 de agosto de 2016

Hombre de zapatos blancos.

La vida de secundaria pasa rápido y nos prepara para una nueva etapa: La educación superior. Muchos son los que se dedican a trabajos que no exigen más que el título de secundario aprobado. Sin embargo, debido al avance de las tecnologías, a la globalización y al aumento poblacional, las empresas tienden a aumentar la exigencia en cuanto a la calidad humana, en otras palabras: El mejor prima en importancia.
Debido a esto, decidí estudiar una carrera de grado, el problema es que es en otra ciudad, por lo que tuve que viajar toda una semana para poder ver lugares donde alojarme y de paso rendir los exámenes de ingreso (que, por cierto, los aprobé con muy buenas notas). Fui acompañado de mi madre debido a que debía firmar unos papeles de inscripción a la facultad.

En esa semana me di cuenta que dentro de unos meses estaría virtualmente solo: ningún conocido, ningún familiar. Tendría que concentrarme en el estudio, ser autosuficiente (lo cual soy desde los 12 años), manejarme por mi mismo, asumir todas las responsabilidades. Lo bueno: podía ser yo mismo sin la necesidad de estar al pendiente de la opinión de mis padres. Podría salir a bares gay, conocer chicos, etc.

Esperando en la terminal al colectivo que me llevaría a casa, me di cuenta que era una ciudad universitaria que abundaba en chicos muy apuestos, por lo que podría disfrutar de la vista casi todos los días. Sentado a mi lado estaba un hombre de unos 60 años, aparentando dormir y con una botella de vodka o tequila a un costado.
Mi colectivo llegó y vi que tenía los zapatos blancos. Estaba borracho y una gran parte de su cuerpo estaba cayéndose de la silla de forma estruendosa. ¿Lo veré en algún otro momento? ¿Tendrá los mismos zapatos? ¿Cómo lo reconoceré si no tiene esos singulares zapatos?

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