domingo, 14 de agosto de 2016

Pablo, Gabriel e Ignacio.

Todos tuvimos un amor imposible a lo largo de la secundaria. Yo tuve siete chicos en los que centré mi atención a lo largo de los seis años que pasé en mi escuela secundaria. Los tres primeros fueron Pablo, Gabriel e Ignacio.

Pablo fue mi primer amor imposible de secundaria. Afortunadamente, era carismático, por lo que pude entablar algunas veces un diálogo con él. Tenía rulos castaños, ojos celestes, ortodoncia, manos fuertes y masculinas y piel suave, aunque un tanto irritada algunas veces a causa del tortuoso trabajo de la afeitadora. Era encargado de asistir a los alumnos de todos los cursos respondiendo a sus necesidades  deportivas, en otras palabras, el presentaba a los profesores de educación física las actividades propuestas por los alumnos de distintos cursos. Debido a su gran interés por la actividad deportiva, poseía un cuerpo atlético, proporcionado, sin pasar a lo musculoso, pero con unas piernas envidiables. Era el adonis de todas las chicas del colegio.

Gabriel, su amigo, tenía cierto parecido con Christiano Ronaldo, de ahí el que le apodaran Ronaldo. Era simpático, activo, un tanto inquieto, pero tranquilo a la vez. Si bien su amigo era el principal objetivo de las chicas, tenía su propio séquito de admiradoras en la secundaria. También estaba encargado de una parte de las actividades deportivas del colegio, por lo que también poseía un cuerpo envidiablemente atlético, nervudo, pero delgado. Actualmente se desempeña en un equipo de fútbol de mi ciudad, por lo que su apodo debe seguir en vigencia.
Ignacio era el más reservado de los tres, no sé qué es lo que le veía de atractivo en su momento, pero sé que hora no le encuentro atractivo alguno. Desconozco qué fue de su vida después del colegio, por lo que su referencia es bastante más corta que la de Pablo y de Gabriel.
Estos fueron mis tres primeros amores de secundaria, ellos eran tres años más grandes que yo, por lo que, cuando se fueron, tuve que resignarme a buscar otros chicos con los cuales deleitarme en los recreos, e incluso durante las horas de clase. No diré que dejaron un gran vació cuando se fueron, pero sí extraño verlos por la mañana, en especial a Pablo, que fue dueño de varios de mis sueños, causa de mis trasnochadas y de la mayoría de mis masturbadas adolescentes.

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