Todos tuvimos un amor imposible a lo largo de la secundaria.
Yo tuve siete chicos en los que centré mi atención a lo largo de los seis años
que pasé en mi escuela secundaria. Los tres primeros fueron Pablo, Gabriel e
Ignacio.
Pablo fue mi primer amor imposible de secundaria.
Afortunadamente, era carismático, por lo que pude entablar algunas veces un
diálogo con él. Tenía rulos castaños, ojos celestes, ortodoncia, manos fuertes
y masculinas y piel suave, aunque un tanto irritada algunas veces a causa del
tortuoso trabajo de la afeitadora. Era encargado de asistir a los alumnos de
todos los cursos respondiendo a sus necesidades
deportivas, en otras palabras, el presentaba a los profesores de
educación física las actividades propuestas por los alumnos de distintos
cursos. Debido a su gran interés por la actividad deportiva, poseía un cuerpo
atlético, proporcionado, sin pasar a lo musculoso, pero con unas piernas
envidiables. Era el adonis de todas las chicas del colegio.
Gabriel, su amigo, tenía cierto parecido con Christiano
Ronaldo, de ahí el que le apodaran Ronaldo. Era simpático, activo, un tanto
inquieto, pero tranquilo a la vez. Si bien su amigo era el principal objetivo
de las chicas, tenía su propio séquito de admiradoras en la secundaria. También
estaba encargado de una parte de las actividades deportivas del colegio, por lo
que también poseía un cuerpo envidiablemente atlético, nervudo, pero delgado.
Actualmente se desempeña en un equipo de fútbol de mi ciudad, por lo que su
apodo debe seguir en vigencia.
Ignacio era el más reservado de los tres, no sé qué es lo
que le veía de atractivo en su momento, pero sé que hora no le encuentro
atractivo alguno. Desconozco qué fue de su vida después del colegio, por lo que
su referencia es bastante más corta que la de Pablo y de Gabriel.
Estos fueron mis tres primeros amores de secundaria, ellos
eran tres años más grandes que yo, por lo que, cuando se fueron, tuve que
resignarme a buscar otros chicos con los cuales deleitarme en los recreos, e
incluso durante las horas de clase. No diré que dejaron un gran vació cuando se
fueron, pero sí extraño verlos por la mañana, en especial a Pablo, que fue
dueño de varios de mis sueños, causa de mis trasnochadas y de la mayoría de mis
masturbadas adolescentes.
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