lunes, 15 de agosto de 2016

Pantalones arenosos y un rugbier acuático.

Vacaciones con  la familia. Un viaje de unas 17 horas atravesando casi la mitad del país, en busca de paz y un poco de tiempo para disfrutar de actividades para padres e hijos. Nosotros nos dirigimos todos los años a la costanera de un río de gran extensión, en donde armamos una carpa y disfrutamos del sonido de la corriente de agua por la noche.

En las últimas vacaciones en familia que tuvimos, dos personajes centraron completamente mi atención: Un chico de unos 18 años que disfrutaba del agua jugando con una pelota de rugby. Su peinado era excesivamente al corte que representó en su primera época a un famoso cantante canadiense acosado por varios y considerado homosexual por muchos adherentes a estilos musicales más “pesados” o “duros”.

Por otro lado estaba un chico de unos 17 años que también era flaco, pero no tan alto como el anterior, era de ojos muy oscuros, cabello negro, lacio y de un corte estilo militar, piel blanca y muy pálida (al cual llamaré en este relato “Ivan”). Muchas veces quise hablarle, pero mi cobardía, mi timidez o incluso el miedo a que mi identidad sexual se vea rebelada públicamente, me empujaron hacia el otro lado.
 Para mi suerte, el último día de vacaciones estaba lavando mi calzado en los piletones del baño, cuando de repente entró Ivan urgentemente a una de las duchas públicas, cuya vista era reflejada por los espejos que tenían los piletones. Gracias a este reflejo pude ver como se bajaba los pantalones para quitarse las partículas de arena que tenía en su ropa interior, y tuve una de las excitaciones más fuerte de mi vida al ver cómo su ropa interior se transparentaba y dejaba al descubierto sus nalgas.
Cuando se fue, tuve necesariamente que ir a uno de los cubículos y masturbarme, no aguantaba la excitación.

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